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La formación también es bienestar y salud emocional.

En una sociedad que asocia aprender con producir, muchas personas mayores sienten que “ya no toca estudiar”. Nada más lejos de la realidad.

Formarse por placer, por inquietud, por mantener la mente activa o por cumplir un sueño de juventud no solo es válido: es valiente y necesario. He tenido el privilegio de acompañar a personas de más de 70 años que querían aprender informática, literatura o diseño. Y la sonrisa al final de cada clase es distinta. No es solo aprendizaje. Es autoestima, motivación y alegría.
Estudiar no es cuestión de edad. Es cuestión de deseo.